¿Por qué bloqueamos nuestra energía creativa?
- Alejandro Nakache
- Feb 16, 2021
- 6 min read
¿Por qué bloqueamos nuestra energía creativa? Cuando pasamos por las experiencias dolorosas de la vida, automáticamente tratamos de no sentir el dolor. Lo hemos hecho desde la infancia. Aislamos el dolor físico retirando nuestra conciencia de la parte del cuerpo dolorida. Combatimos la angustia mental y emocional tensando los músculos y encerrándola en nuestro inconsciente. Para mantenerla a raya en el inconsciente (o a veces justo por debajo del nivel de la conciencia), creamos toda suerte de distracciones en nuestra vida que alejen nuestra atención de ella. Podemos mantenernos muy ocupados y hacernos adictos al trabajo, o tomar el camino contrario hacia el paraíso de la televisión. Muchos de nosotros nos hacemos adictos a las drogas, al tabaco, al chocolate o al alcohol. Otros se vuelven adictos al perfeccionismo, a ser los mejores o los peores. Proyectamos nuestros problemas sobre los demás y nos preocupamos por ellos en lugar de tratar de resolver nuestros propios conflictos. Dirigimos mal o reducimos grandes cantidades de energía con el fin de evitar sentir dolor, incluyendo lo que sentimos en el momento presente y ser quienes somos en ese momento. Creemos que da resultado. Creemos que podemos pasar sin sentir ni ser quienes somos, pero no funciona. El precio es alto, pero podemos llegar a negar que haya un precio. El precio es la vida. Consideramos que la única forma posible de detener todo ese dolor consiste en interrumpir el flujo de energía que contiene el dolor. Hay flujos de energía específicos que contienen dolor fisico, dolor emocional y dolor mental. Por desgracia, este flujo energético incluye también todo lo demás. El dolor no es más que una parte. Cuando detenemos la experiencia negativa del dolor, la ira o el miedo a cualquier situación desagradable, también podemos detener la experiencia positiva, incluidos los aspectos fisicos, emocionales y mentales de esa experiencia. Quizá no seamos conscientes de este proceso porque, para cuando hemos alcanzado la edad de la razón, lo hacemos habitualmente. Cercamos nuestras heridas. Al cercar nuestras heridas, bloqueamos también la conexión con nuestro centro o núcleo interno. Puesto que el proceso creativo emana del núcleo creativo que reside dentro de nosotros, encerramos también nuestra creatividad. Hemos tapiado literalmente la parte más profunda de nosotros respecto a nuestra conciencia y vida exterior. Conglomerados de tiempo psíquico congelados El dolor que hemos reprimido empezó muy temprano en nuestra infancia, muchas veces antes incluso de nacer, en el seno materno. Desde esa temprana infancia en que interrumpimos el flujo de energía en un episodio de dolor, congelamos ese evento tanto en su dimensión energética como temporal. Es lo que denominamos un bloqueo en el campo aural. Puesto que el campo aural se compone de conciencia energética, un bloqueo es conciencia energética congelada. La parte de nuestra psique asociada con ese evento se congeló también en el momento en que interrumpimos el dolor. Esa parte de la psique permanece helada hasta que la descongelamos. No madura a medida que lo hacemos nosotros. Si el episodio sucedió a la edad de un año, esa parte de nuestra psique sigue teniendo un año de edad. Y lo seguirá teniendo y actuará como la psique de una persona de un año cuando se evoque. No madurará hasta que se cure dejando entrar en el bloque energía suficiente para descongelarla e iniciar el proceso de maduración. Todos estamos llenos de esos bloqueos temporales de conciencia energética. ¿Por cuánto tiempo, en un día determinado, actúa un ser humano como un adulto? No mucho. Interactuamos continuamente unos con otros desde distintos bloques de tiempo psíquico congelados. En cualquier interacción intensa, en un momento dado cada persona podría experimentar la realidad desde una perspectiva interna de adulto y, en el momento siguiente, una o ambas personas podrían haber pasado a un aspecto del niño herido a una edad concreta. Este cambio constante de un aspecto de la conciencia interna a otro es lo que dificulta tanto la comunicación. Un aspecto importante de tales bloques de tiempo psíquico congelados es que se coagulan juntos según una energía similar, formando un conglomerado de tiempo psíquico congelado. Así, por ejemplo, la energía puede tener la naturaleza de un abandono. Piense en un hombre de mediana edad llamado Joe. (En realidad es un personaje ficticio, pero su experiencia ilustra las de muchas personas con las que he trabajado. Para ilustrar 8 qué ocurre en el nacimiento que puede seguir desarrollándose a lo largo de toda la vida, me referiré a Joe durante este capítulo. Él podría ser cualquiera de nosotros.) Cuando Joe nació, fue separado de su madre porque ésta tuvo muchas dificultades durante el parto y se le administró anestesia. Volvió a separarse de ella cuando tenía un año y su madre ingresó en el hospital para tener otro bebé. A partir de estas dos experiencias, el niño, que quiere mucho a su madre, espera ser abandonado por la persona que más quiere. Cualquier grado de abandono que sufra Joe en el futuro lo acusará con la misma fuerza devastadora que la primera vez. A partir de ese profundo trauma, nos formamos una imagen conclusiva. Una imagen conclusiva se basa en la experiencia; en el caso que nos ocupa, en la experiencia del abandono. Está basada en la lógica infantil que argumenta: «Si amo, seré abandonado». Luego, esta imagen conclusiva colorea todas las situaciones similares. Obviamente, el pequeño Joe no es consciente de tener esta opinión a la edad de un año. No obstante, la conserva inconscientemente en su sistema de creencias y la arrastrará consigo toda la vida. En términos psicológicos, los dos primeros eventos se conectan directamente al suceso ocurrido cuando Joe contaba diez años y su madre se fue de vacaciones. Cada vez que suceda un hecho similar en su vida, su reacción emanará del punto de vista de la imagen conclusiva más que de la situación inmediata. Esto provoca todo tipo de reacciones emocionales que se exageran ante una situación dada. Como veremos en los capítulos siguientes, nuestra imagen conclusiva determina nuestra conducta personal, que tiende, de hecho, a recrear traumas similares al original. Así, es muy probable que Joe propicie en gran medida una situación en la que sea abandonado por su esposa o su novia. Sus actos, basados en sus expectativas negativas inconscientes, han contribuido a crear la situación. Dado que él espera, inconscientemente, que le abandonen, tratará a su esposa o a su novia como alguien que le abandonará. Puede que Joe le plantee demasiadas peticiones de que ella le demuestre su amor, o incluso la acuse de tener intención de abandonarle. Esta conducta inconsciente provocará a su compañera y, de hecho, la impulsará a marcharse. La realidad cruda y profunda es que, al tratarse como si mereciera ser abandonado, ha terminado por abandonarse a sí mismo. Como veremos, no conviene subestimar nunca el poder de nuestras imágenes conclusivas. El descubrimiento de nuestras imágenes encierra la clave del proceso de transformación hacia la salud y la felicidad. Estamos llenos de esas imágenes, en torno a las cuales se ensamblan los conglomerados de tiempo psíquico congelados. Todos tenemos mucho que limpiar. Los bloques de tiempo psíquico congelados se coagulan en torno a una energía semejante que compone una imagen, lo cual confunde a cualquiera que entienda que esas experiencias deberían estar tan alejadas emocionalmente como lo están en el tiempo. Esto no es así. Cada pequeño segmento del conglomerado de tiempo psíquico congelado se compone de la conciencia energética que se heló en el transcurso de una experiencia concreta en el pasado. Pero las experiencias similares están directamente conectadas por más tiempo que haya transcurrido entre ellas. Mediante la actividad curativa se libera uno de los pequeños bloques de tiempo psíquico congelados. Entonces, la energía progresiva que ingresa en el campo aural empieza automáticamente a liberar, a su vez, los otros pequeños segmentos del conglomerado de tiempo, por cuanto están llenos de energía similar. Volviendo al caso de Joe, cada vez que se libera un bloque de tiempo, él lo experimenta como si le ocurriera en ese preciso instante. Así, podría experimentar un dolor de cuando tenía treinta años y, tan pronto como remitiera ese dolor, se encontraría de repente en la edad de diez años. Muy pronto, esos diez años se convertirían en uno. En cuanto esas partes de la psique humana que no han madurado con el resto de la personalidad se liberan, inician un rápido proceso de maduración. Este proceso puede llevar desde unos minutos hasta un par de años, según lo arraigada, intensa y penetrante que fuera la conciencia energética congelada. Cuando esas energías se integran uniformemente en el CEH y se remiten al proceso creativo de la vida de un individuo, ocurren cambios en todos los ámbitos de la vida. La de Joe empieza a reestructurarse a partir de la nueva conciencia que actúa ahora en el proceso creativo. Joe ya no se abandonará en un esfuerzo inconsciente por recibir atención. En cambio, permanecerá consigo mismo, porque ahora cree que es digno de tener compañía y es capaz de crearla. Una vez que haya desarrollado esta nueva relación consigo mismo, atraerá a una compañera que no contenga la energía del abandono...
del Libro Manos Que Curan 2: Hágase la Luz de Barbara Ann Brennan

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